sábado, 23 de enero de 2010

TEMA 10.- ESCUELAS SOCRATICAS

Sócrates no dejó escritos. Le importaba menos establecer un sistema filosófico que animar a los discípulos a filosofar por ellos mismos. Cierta imprecisión en su doctrina dio lugar a que se formaran escuelas en direcciones muy distintas y hasta antagónicas.

1) Escuela Cínica: Esta fue fundada por Antístenes de Atenas. Aunque el verdadero fundador fue su oyente Diógenes de Sínope(413 – 324 a. C.). Antístenes fue el discípulo de Sócrates y lo quiso imitar hasta merecer el apodo de Sócrates el demente.
Antítenes enseñaba en el gimnasio llamado Kinosargés (sepulcro del perro) y quizás de allí les vino el apodo de Cínicos (perros). Dio enseñanza en tono agresivo, irónico e insolente.
Apoyados por los cínicos en la enseñanza socrática de que el hombre es naturalmente bueno, enseñaban que la civilización era la causa de que el hombre no fuera bueno; el hombre debía vivir según la naturaleza.
El cinismo no es un sistema filosófico, sino un movimiento negativo subversivo y demoledor, de oposición a todos los valores sociales y culturales.

2) Escuela Cirenaíca: Fue fundada por Aristipo de Cirene ( 435 – 360 a.C). Conoció a Sócrates y enseñaba como sofista. Jenofonte lo llamaba “discípulo infiel”
Su doctrina es opuesta a los cínicos. La felicidad no esta en la virtud sino en el placer (hedoné) sensible; deben evitar el dolor y procurarse el placer corporal por sobre todas las cosas. Patria, matrimonio y familia son convencionalismos de los cuales el sabio no sabe procurarse. La religión es cosa que les atañe a los dioses y no a los hombres.

3) Escuela Megárica: Fundada por Euclides (450 – 340 a. C) natural de Megara. No debe de confundirse con Euclides de Alejandría, el geómetra. Trata de identificar el bien de Sócrates con el ser de Parménides, quizás con el propósito de buscar una base ontológica a la moral de su maestro. Identificaba la verdad, la sabiduría, la inteligencia y Dios, consideraba todo lo anterior como distintos nombres de una misma realidad. Ser – Uno – Bien.
Los megáricos fueron muy aficionados a las discusiones, abusando de la erística (arte de discutir). Fueron famosos por sus sofismas. “Un embustero que diga la verdad, sería a par embustero y no embustero”.

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